Vanessa López
- Directora de Salud por Derecho, publicado en eldiario.es, 15 de abril de 2015
La forma en la que se organiza la I+D médica es
completamente errónea porque no está siendo capaz de generar los
medicamentos que la población mundial necesita.
Es difícil encontrar a alguien en España que no haya
estado al corriente de la dramática situación a la que se enfrentan los
pacientes con Hepatitis C. Afortunadamente, después de meses de lucha,
han conseguido que el nuevo plan nacional para la Hepatitis C establezca
que pueden ser tratados con nuevos fármacos muchas personas que, en
contra de las recomendaciones clínicas, no eran elegibles. Ahora 52.000
pacientes se suman a los 5.000 que tenían acceso a los medicamentos. Sin
duda es un avance vital para los enfermos, pero el problema de fondo
permanece: el precio del medicamento ha bajado hasta los 13.500 euros por persona, pero sigue siendo desorbitado.
Este caso es solo la punta del iceberg de un serio problema que tiene la sociedad.
La forma en la que se organiza la I+D médica es completamente errónea porque no está siendo capaz de generar los medicamentos que la población mundial necesita y, cuando lo hace, los precios de los fármacos son tan elevados que los pacientes y los gobiernos no pueden costearlos, o ponen en riesgo la sostenibilidad de los sistemas públicos de salud. Se trata de un problema gravísimo que nos afecta a todos: que no tengamos una vacuna o tratamientos eficaces contra el Ébola y otras enfermedades tropicales porque afectan a países y personas que no podrían pagarlos; que se invierta mucho más en el tratamiento del Sida que en una vacuna porque la cronificación de la enfermedad es más rentable; que la industria no tenga interés en desarrollar nuevos antibióticos; o que se fomente la I+D de productos en lugar de otras intervenciones de salud, son solo algunas de las consecuencias de un modelo de investigación completamente roto en el que los beneficios empresariales están por encima del derecho a la salud y del interés público.
La forma en la que se organiza la I+D médica es completamente errónea porque no está siendo capaz de generar los medicamentos que la población mundial necesita y, cuando lo hace, los precios de los fármacos son tan elevados que los pacientes y los gobiernos no pueden costearlos, o ponen en riesgo la sostenibilidad de los sistemas públicos de salud. Se trata de un problema gravísimo que nos afecta a todos: que no tengamos una vacuna o tratamientos eficaces contra el Ébola y otras enfermedades tropicales porque afectan a países y personas que no podrían pagarlos; que se invierta mucho más en el tratamiento del Sida que en una vacuna porque la cronificación de la enfermedad es más rentable; que la industria no tenga interés en desarrollar nuevos antibióticos; o que se fomente la I+D de productos en lugar de otras intervenciones de salud, son solo algunas de las consecuencias de un modelo de investigación completamente roto en el que los beneficios empresariales están por encima del derecho a la salud y del interés público.
Estamos ante un modelo de investigación y desarrollo de
medicamentos obsoleto, ineficiente e injusto, que funciona a través de
monopolios y leyes que lo perpetua con las patentes. Además, hay una
total falta de transparencia, tanto en las inversiones en I+D como en
los resultados de los ensayos clínicos y priman los intereses
comerciales por encima de la salud. Por si fuera poco, una gran parte de
la inversión en investigación para desarrollar medicamentos es dinero
público.
¿Por qué todo sigue igual si está situación
solo beneficia a unos pocos? En parte porque el relato que escuchamos
una y otra vez es que “así son las cosas y no pueden funcionar de otra
manera”. Pero hay soluciones y alternativas. Tenemos la oportunidad de cambiar las reglas del juego empezando por nuestro país y por Europa.
Estamos en ambiente electoral, donde muchos representantes políticos
anuncian que incrementarán el presupuesto en investigación. Sería una
fantástica noticia; pero no solo importa que haya más dinero, también cómo se invierte.
Podemos empezar introduciendo condiciones a las inversiones públicas en
I+D para que los precios de los fármacos sean asequibles y para que se
fomente la competencia en lugar de otorgar monopolios. España también
podría promover la creación de iniciativas de I+D que funcionen con
modelos de colaboración abierta e incentivos para impulsarla y
financiarla, modelos alejados de las patentes y la exclusividad de comercialización.
Existen ejemplos de iniciativas muy interesantes para enfermedades
tropicales que podrían aplicarse a dolencias como el cáncer.
2000 millones de personas en todo el mundo, pero sobre todo en los
países empobrecidos, no tienen acceso a medicamentos esenciales. Se desconoce cuántas personas ven denegado su derecho en España, pero el problema del acceso a los medicamentos ha dejado de ser exclusivo de los países más pobres. Requiere de la implicación de todos nosotros para solucionarlo.
Investigación médica: Houston, tenemos un problema es,
además del título de esta entrada, el título de un documental que la
Fundación Salud por Derecho ha producido con el objetivo de hacer
visible este tema y movilizar la voluntad política de quienes tienen la
capacidad de solucionarlo. Toda la ciudadanía está invitada
gratuitamente al estreno el 21 y 22 de abril en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Entra en #ElDocumentalQueNoQuierenQueVeas. Ven y verás.
http://www.eldocumentalquenoquierenqueveas.com/
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